El Gran libro de las Marcas fue una recopilación de envoltorios, envases, publicidades y avisos sobre muchos productos: golosinas, galletitas, chocolates, alimentos, bebidas, medicamentos, productos de limpieza, cosmética, perfumería, higiene, etc. Lo comencé en 2002 y lo terminé en 2006. Llegamos al 2012 y, 10 años después, y con las posibilidades de interacción de la actualidad, decidí retomar las colecciones para agrandarla aún mas. Con el propósito de compartir los logros realizados en esa vieja y en esta nueva etapa, se crea este blog. También será el canal de comunicación para todos los que se ofrezcan a vender cosas que ustedes tengan, y así agrandar la colección. Saludos y ojalá que lo disfruten!

lunes, 6 de febrero de 2017

Helados dulces pero salados



Entre tantas marcas de helados que hemos nombrado, hay una que se nos ha pasado por alto. Una de esas marcas ultrarecontraremil premium, y que increíblemente sobreviven hasta el día de hoy: la cadena argentina de helados Freddo nació en Argentina en 1969 luego de la fusión de dos emprendimientos de emigrantes italianos: por un lado el de Salvador Guarracino (heladerías Persicco) y por el otro un negocio de frutas y verduras de su suegro Luis Aversa, llamado Frutticino. La base de su éxito residía en ofrecer la máxima calidad y a un precio que estuviera a la altura de esa calidad. Ubicándose en los sitios de mayor poder adquisitivo de Buenos Aires consiguieron un crecimiento sostenido pero muy lento: recién en los años 90 comenzó su violenta expansión hacia otras partes del país y el mundo. Esto fue debido a la llegada de los hijos de los fundadores a la empresa: Luis y Pablo Aversa y Juan, Luis y Salvador Guarracino. Rápidamente llegaron a Punta del Este y a Chile, pero también supieron extenderse hacia fines de los 90 hacia Miami. La primer foto corresponde a este período de tanto glamour (1998). Ya por esos años contaban con 37 sucursales y la constante seducción por parte de multinacionales interesadas en adquirir ese fructífero negocio. Una de ellas fue Unilever, pero la que realmente se quedó con la compañía fue el Grupo Exxel, los cuales expandieron la marca hacia sitios improvisados pero le quitaron futuro: Freddo comenzó a endeudarse y luego de la crisis de 2001 atravesó duros momentos que llevaron a que sus efímeros dueños fueran los del Banco Galicia, ya que justamente eran a quienes más se le adeudaba. A partir de 2004 Freddo queda en manos de sus actuales dueños (el Grupo Pegasus, un fondo de inversión también dueño de Farmacity), renueva totalmente su imagen y arranca de a poco a recuperarse. Suma los servicios de cafetería y postres tibios para permanecer competitivos durante el período invernal, además de contar con Wi-Fi en sus locales. La segunda foto corresponde al año 2011. Al igual que las comentadas hace unos días, Freddo también supo organizar estos "espontáneos" eventos donde una gran cantidad de famosos se reunía porque si a comer helado, quién sabe si regalado o no. Las últimas fotos corresponden al local que supo tener Freddo por unos años en San Juan (entre 2011 y 2015, actualmente funciona un local de Havanna allí) con todos los elementos que caracterizan a la franquicia: algunos platos salados, batidos, sundaes, desayunos,  helados con nombre de algún producto famoso (como el helado Chocolinas) y su apagado pero elegante color celeste por todos lados. Personalmente me resultó una buena marca de helados, pero tampoco me resultaron nada del otro mundo como para justificar pagar tanto. Varias heladerías de las ya nombradas en esta página valían bastante menos y su calidad era muy similar. Freddo me resultó simplemente como una curiosidad del momento, pero nada más. Igualmente cuenta en la actualidad con alrededor de 180 locales (80 de ellos fuera del país, en donde se hacen llamar Freggo, 2 de ellos los administró sin éxito la cadena Häagen-Dazs) y siguen soñando con conquistar EEUU y franquiciar en el resto de América Latina. Obviamente la idea de bajar los precios adecuados al resto de las heladerías jamás figurará entre sus planes...

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